jueves, 13 de agosto de 2015

"Fotos de Guerra", un fotógrafo poco conocido: Jorge Borguñó Clua


Uno de los aspectos poco divulgados del empresario catalán Jorge Borguñó Clua, consiste en que durante toda su vida fue gran un apasionado de la fotografía. Lo poco que un servidor sabe de fotografía me lo enseño él. Cuando me regaló mi primera cámara reflex, tuvo la paciencia de instruirme en el arte del diafragma, obturador y foco. Recuerdo que el día que me explicó como funcionaba un obturador, utilizo sus fotos de cañones disparando. Nunca más se me ha olvidado la lección del obturador. Con tanto cañón y tanta explosión fotografiada en menos de una décima de segundo, la lección de mi padre se me quedó grabada para el resto de mi vida.

Foto Colimbo - Los Castillejos

El primer negocio que Jordi Borguñó Clua pudo montar por su propia cuenta, estaba íntimamente relacionado con la fotografía y el ejército español. No duró mucho tiempo, pero le permitió ahorrar lo suficiente para poder fundar su propia empresa y dedicarse a su autentica pasión: fabricar productos electrónicos.

Gracias a las gestiones del señor Camprodón, Jordi Borguñó obtuvo la licencia para montar en el verano de 1950, un laboratorio de revelado fotográfico en el Campamento de los Castillejos. El señor Camprodón, padre de uno de sus mejores amigos tenía muy buenos contactos con el ejercito español de aquella época. Los Castillejos era un campamento militar de verano donde los estudiantes universitarios españoles cumplían su servicio militar  durante la época estival, con el fin de no interrumpir sus estudios académicos del resto del año. Se trataba de una instalación del ejército completamente aislada en lo alto de un macizo montañoso del término de Reus, en la provincia de Tarragona.


El propio Jordi Borguñó construyó en junio de 1950 el laboratorio con el mismo material con que los militares construían sus barracones y dependencias. El montaje del barracón no fue nada fácil. Para poder revelar durante el día era imprescindible que en el interior del barracón reinara la completa oscuridad. Fueron necesarios aplicar en muchos lugares "parches extra" que impidieran el paso de los rayos solares en el interior del barracón-laboratorio..


El laboratorio se ubicó en un lugar excelente. Estaba justo en la entrada de los barracones-dormitorio de los soldados. Todos los soldados pasaban por delante de la pequeña construcción que albergaba el laboratorio fotográfico. El nombre seleccionado fue el mismo que tenia la humilde marca de radios a vávulas que Borguñó fabricaba en Barcelona con su amigo Camprodón: Radio Colimbo. De forma que "el barracón de las fotos" oficialmente fue llamado Foto Colimbo.

Jordi Borguñó Clua con su cámara y brazalete de fotógrafo de Castillejos
El negocio consistía en vender a los soldados las fotos de sus "aventuras de guerra" que en el exterior del propio barracón quedaban expuestas en unos murales. El soldado podía comprar una foto que mostraba como el día anterior estaba "jugando a guerras".
Las fotos que mas se vendían eran las realizadas a los soldados cuando llegaban al campamento después de haber estado todo el día de marcha por los montes aledaños. Los soldados salían en las fotos completamente sudados, descamisados, sucios y hechos polvo. Cuando el soldado escribía a sus familiares para pedir provisiones y dinero, la foto del pobre soldado destrozado se añadía a la misiva, con la intención de que sus familiares vieran "lo mal que lo estaban pasando".

El "Barracón de las fotos" en hora punta. Los soldados iban buscando en los
murales las fotos en dónde salían con mal aspecto y las enviaban a la familia

Jordi Borguño Clua y Francisco Saiz Espí junto a los murales con las fotos
de los soldados. En el interior del barracón es donde el propio Borguñó
revelaba los negativos y ampliaba las copias.

A la mañana siguiente de haber finalizado una marcha, Jordi Borguñó ya había revelado y expuesto en los murales todas las fotos de los "pobres soldados". Los soldados compraban la foto en donde salían en peores condiciones, argumentando que se trataba de una gran inversión que se recuperaba con creces al recibir  los paquetes enviados por las familias.

Jordi Borguñó Clua fue un gran amante de la fotografía y siempre buscaba la forma mas espectacular de fotografiar a los soldados. A continuación compartimos otra "foto de los cañones"en donde la trayectoria del proyectil ha quedado perfectamente definida.



Mi padre nos comentaba que estas fotos de los cañones disparando tuvieron una gran acogida. Solo era preciso que en la foto se reconociera el rostro del soldado. Cuando el soldado mirando las fotos de los murales se reconocía en una de ellas, la compraba para poderla mostrar a sus amigos y familiares.

Una de las diversiones fotográficas de Jordi Borguñó consistía en auto-
retratarse utilizando el disparador automático de su cámara.
Otro auto-retrato de Borguñó en las altitudes de Castillejos

Curioseando la tecnología óptica del ejercito español.
En este otro "auto-retrato" todo salió fuera de cuadro, incluido
el "cortado" militar de la derecha responsable del aparato

Trabajar para el ejército español brindó a mi padre la ocasión de volar por vez primera. La oportunidad le surgió cuando los "peces gordos" del campamento le encargaron unas fotos aéreas de el Campamento de Castillejos y de sus alrededores. Para ello le proporcionaron una de las avionetas del ejercito español con piloto incluido. Despegaron y aterrizaron desde la base aérea de Reus. Una de las anécdotas que nos contaba de su bautismo del aire es que pudo quedarse con alguno de los negativos de aquellas fotos aéreas. Esto le permitió poder exponer en los murales del barracón, las novedosas fotos aéreas del campamento de Castillejos. Fueron todo un éxito de ventas, nos contaba emocionado que casi todos los soldados compraron una copia. Poder enseñar a la familia como era el lugar desde el aire, era una novedad que no pasó desapercibida y entre los soldados se puso de moda.

Desgraciadamente ninguna de estas fotos aéreas fue conservada y actualmente en la familia no tenemos ningún negativo o positivo de aquel primer vuelo en avioneta de Jorge Borguñó Clua. En la siguiente fotografía podemos ver a Borguñó junto a uno de los murales en donde se puede apreciar que la foto de la izquierda es una foto aérea del campamento de Castillejos.
Jorge Borguñó frente a uno de los murales


Otro de los productos "estrella" de Foto Colimbo fueron las fotos panorámicas, tan en boga hoy en día. Pero en aquellas épocas las fotos panorámicas eran muy poco conocidas y Borguñó tuvo la genial idea de confeccionar unas cuantas fotos de formato panorámico. Las realizaba juntando dos tomas contiguas de las magnificas vistas que se disfrutaban desde lo alto del campamento. Tenían el tamaño adecuado para poder ser enviadas dentro de los sobres de las cartas de los soldados. Los soldados con alto poder adquisitivo compraban una foto panorámica para mostrar el paisaje del campamento de forma novedosa a sus familias:

Foto panorámica desde lo alto del campamento.
En el reverso puede observarse como Jordi Borguñó pegaba con paciencia las dos fotos que formaban la espectacular panorámica. El sello en rojo de Foto Colimbo - Los Castillejos, dan buena fe de donde provenían "las dos fotos que eran una". Los números de la foto escritos a lápiz, tambien son buena muestra del autor de la idea: esta manera de escribir el número 2 es, sin ninguna duda, la de mi padre que en PAZ descanse.


Foto Colimbo estuvo presente en el campamento de Los Castillejos durante los veranos de 1950, 1951 y 1952. En el primer verano su vehículo para moverse y salir del aislado campamento militar de montaña, fue una bicicleta. Para ir del campamento a los centros urbanos más próximos, todo era bajada y la bicicleta era perfecta. El problema era el viaje de regreso al campamento que era como subir "La Madeleine". Pero nuestro intrépido fotógrafo militar tenía soluciones técnicas para cualquier problema y subía al campamento de Castillejos agarrado al autobús de linea que realizaba el trayecto. Son de aquellas cosas que cuando eres pequeño tu abuela te cuenta y se te quedan grabadas: "Tu padre de joven era muy atrevido, subía a Castillejos agarrado al parachoques trasero del coche de línea".

Esta foto tomada desde lo alto del campamento de Castillejos nos da a
entender el motivo de subir agarrado al autobús.

Las cosas fueron bien y para el siguiente verano de 1951, Jordi Borguñó se pudo comprar una flamante moto de segunda mano mono-cilíndrica de la prestigiosa marca Villers. La Villers aparcada junto a los barracones de la entrada al campamento de Los Castillejos, era una de las fotos que Borguñó conservaba con más cariño en su álbum fotográfico particular.

La Villers junto al barracón de entrada al campamento

El nuevo medio de transporte le permitió poder salir del campamento en mejores condiciones, sin necesidad de volver a Castillejos agarrado a lo primero que pasaba.

Un orgulloso fotógrafo aficionado a las dos ruedas

Actualmente este tipo de negocio fotográfico-militar, no tendría ningún porvenir. La fotografía ahora la puede realizar el propio soldado desde su teléfono móvil y enviársela a su familia en segundos. De todas formas hoy en día tampoco hay soldados en las montañas de tarragona haciendo instrucción. Esto también acabo.


De su etapa de fotógrafo Jordi Borguñó Clua conservo pocos recuerdos. El carnet que compartimos demuestra su afiliación a la Agrupación Fotográfica de Cataluña del año 1958 con el número de socio 1953. Suponemos que fue el ultimo año que pago la cuota de socio y por tal motivo, guardo esta tarjeta de identidad con cariño. No llego ni siquiera a firmarlo, ni puso su foto retrato, pues por aquel entonces le surgieron otras cuestiones a las que atender. Y es de agradecer por que es justo el año en que tuvo a su primer hijo, un servidor.


Jordi Borguñó con su cámara al hombro.
Imagen del arquetipo de empresario catalán.
La meta que se marcó estaba muy lejos,
pero supo alcanzarla.

En la década de los 50, Jordi Borguñó Clua, supo mirar hacia el futuro con un claro objetivo:
"Crear bienes y puestos de trabajo, partiendo de cero".
Y por Tutatis que lo consiguió!!!
El dinero que ahorró aquellos dos veranos en Los Castillejos fue su humilde capital inicial con el que empezó a realizar su sueño. En 1970, ya eran mas de 300 los trabajadores que estaban contratados en empresas fundadas y dirigidas por este nato empresario catalán.  La fabricación de productos electrónicos fue su pasión: aparatos de radio portátil, componentes para TV, micrófonos, audífonos, auriculares, relojes electrónicos, displays electrónicos, pantallas digitales y marcadores electrónicos,..... donde habia electrónica, allí estaba Jordi Borguñó Clua.

El número de empresas y marcas fundadas por Jorge Borguñó Clua es impresionante. De entre todas las empresas fundadas por Jorge Borguñó Clua, podemos destacar:
  • Radio Colimbo.- fabricación de radios electrónicas
  • Foto Colimbo.- veranos del 1950, 51 y 52
  • PIACA.- fabricación de componentes para TV(sintonizadores UHF, bobinas reflectoras,etc.)
  • Microson .- fabricación de aparatos de sordera
  • Reivox.- fabricación de relojes electrónicos, radios y auriculares estéreo
  • Talleres Condal se manufacturaban todas los componentes metálicos de PIACA
  • Banalec.- frabricación de despertadores digitales de sobremesa
  • BAYBOR.- fabricación de radios y marcadores electronicos para deporte
  • BORPA.- representante oficial de los relojes Zenith, Borel y Orient
  •  Thermoelectron.- fabricación de micrófonos para aparatos sordera de Microson
Una dilatada carrera empresarial que fue posible gracias a un pequeño capital inicial conseguido gracias a la fotografía y a su revelado "casi instantáneo". Fue la profesión de fotógrafo la que le permitió crear un pequeño imperio industrial que hasta le llevo a poder ser Proveedor Oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
PAZ
Familia Borguñó

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