jueves, 20 de agosto de 2015

"Queremos un coro" - Segunda parte. La Fundación del Orfeón de Graus


Manuel Borguñó Pla
El "joven músico" de este artículo
aprendió canto y solfeo estudiando
en La Escolania de Montserrat
6-12-1893
La segunda parte del artículo "Queremos un coro" fue publicado por el diario La Tarde el 8 de junio de 1950 en la sección "Jueves musicales de La Tarde". En este artículo el profesor Manuel Borguñó nos da las claves del éxito para que un coro salido de la nada pueda triunfar. 

Manuel Borguñó Pla nos cuenta de como en la segunda década del siglo XX, la formación de una coral mixta fue capaz de conseguir que  un pueblo remara en una misma dirección. Un pueblo que estaba dividido y que gracias al canto coral supo superar que "unos eran del Casino de Abajo y otros eran del Casino de Arriba".

Una entrañable historia que nos presenta una España arrastrando su pasado feudal con caciques incluidos. Una buena muestra de que la música une al pueblo y educa nuestras almas. Por esto será que en la actualidad, la música en la escuela, brilla por su ausencia. La música para los gobernantes y amantes del poder, es muy peligrosa, produce milagros como el que Borguñó nos cuenta en esta segunda y ultima parte de su articulo publicado en La Tarde.


QUEREMOS UN CORO

Pequeña historia en dos partes

Por Manuel Borguñó

Segunda Parte

En el primer tercio del siglo XX, constituía un fenómeno político natural el hecho de que apenas unos vecinos de una localidad que alcanzaba el millar de habitantes sintieran la desbordante voluptuosidad de situarse en dos bandos sistemáticamente opuestos. El pretexto era la defensa de un ideario político o una rigurosa fiscalización de los intereses municipales que el partido triunfante administraba.

La realidad no era exactamente esta. En realidad, unos y otros rendían ferviente vasallaje a la mísera condición humana que les inducía a colocar sus intereses particulares por encima de los generales. Sistemáticamente el bando contrario, tenía siempre la razón, pero en lo único en que se hallaban automáticamente de acuerdo era en anularse mutuamente los efectos de esta magnifica cualidad, pues el que mandaba disponía a su antojo de sus prerrogativas y lo único que le respetaba al adversario era el derecho del pataleo, que ya era algo. Esta organización turnan te del poder establecía un equilibrio que permitía al caído de hoy, pasarle la factura del caído de mañana pagando siempre los platos rotos el municipio.

La simpática y alegre Orfelia no podía constituir una excepción de la regla. Como en todas las poblaciones de dos mil habitantes en adelante, por un prurito sistemático de oposición, todo existía allí por partida doble. Dos casinos, dos farmacias, dos médicos, dos veterinarios, dos poetas, etc. En realidad había tambien dos alcaldes, pero entre ambos la armonia era perfecta; uno era el visible, el que presidia las sesiones en el Ayuntamiento y el otro, el invisible, el que manejaba los hilos de la tramoya, o sea, el todo poderoso cacique.

"Dos casinos, dos farmacias, dos médicos, dos veterinarios,
dos poetas, etc. En realidad había tambien dos alcaldes,..."

Pues bien, la iniciativa del Presidente del Casino de "Arriba" de crear un coro propio y la resolución de un joven músico de no prestarse a organizar ninguno sino se le daba al proyecto un carácter general y apolítico, rompió el equilibrio establecido en las relaciones de pueblo con sus principales mandatarios y parece ser que por primera vez en la historia de la villa, todos los orfelineses desbordaron las vallas de los convencionalismos políticos y fundieron fraternalmente sus voluntades en una obra común de cultura que muy pronto habría de dar a Orfelia días insospechados de gloria y prestigio.

He dicho "todos" y esto no es absolutamente cierto, como vera el lector que pacientemente llegue hasta el final de esta pequeña historia.

El tumulto ocurrido a raíz de la petición. por parte del Presidente del Casino de "Arriba", de un coro con exclusión del bello sexo, y la condición expuesta por el joven músico que se le diera al coro la mayor amplitud posible, sin exceptuar las hijas de Eva, tuvo la virtud de convertir a las mujeres en las mas fervientes y entusiastas defensoras del proyecto. Por de pronto se adhirieron en masa las hijas de María y siguieron a estas, todas las doncellas de la villa que se consideraron útiles para el canto colectivo.

Durante la semana que transcurrió entre la petición inicial del Coro en el Café de los bajos del Hotel y la reunión en el Teatro, no se hablo en Orfelia de otra cosa. En la calle el joven músico era abordado en todo momento por hombres y mujeres, la mayoría jóvenes, que se ponían a su disposición. En una palabra el músico recién llegado pasó en un día , a ser el hombre mas popular en la villa y tambien en la comarca.

",...no se hablo en Orfelia de otra cosa."
El hotelero, amigo incondicional de los libros, escritor discreto y recalcitante soñador, fue el que mas desinteresada mente tomo a pecho la iniciativa de crear un coro mixto integrado por elementos de todas las clases sociales y alejado de toda influencia partidista. El joven músico halló en el un apoyo decisivo. La adhesión de los orfelineses fue casi unánime y en la reunión anunciada para el domingo siguiente, el teatro fue literalmente invadido por toda la juventud de Orfelia de ambos sexos, asistiendo ademas un buen número de hombres ya maduros dispuestos a prestar su decidida colaboración.

En el escenario apareció el joven músico rodeado de significativos ciudadanos procedentes de las mas heterogéneas clases sociales y políticas. A su derecha un caballero de recia y arrogante figura, y a su izquierda, el hotelero. Hizo la presentación el primero, con palabras tan altilocuentes y sonoras que el pobre músico, al pensar que tenía que suceder en el habla aquel preclaro varón se desconcertó. No oía nada, intentaba concentrarse cuanto podía para recomponer la parte inicial del discurso que con enorme esfuerzo había preparado en su memoria y todo fue inútil. El apuesto y elocuente orfelinense terminó su discurso abrazando cordialmente al pobre músico y obligándole a ponerse en pie para compartir con el los clamorosos aplausos y vivas de la concurrencia.

El desgraciado ya no pudo sentarse. Su situación era trágica. No era dueño de su mente y cuando se produjo el silencio total, tras un momento de angustiosa espera, exclamó con voz temblorosa: "Queridos orfelineses: Yo no se hablar, el léxico me falla...". Un leve codazo le hizo volver su oído hacia la izquierda y oyó pronunciar al hotelero con voz imperceptible estas palabras: "Amigo, no le entenderán, aquí solo faltan los entendedores". Bueno repuso el músico, "quiero decir que la retentiva me es infiel". Otro codazo del buen hotelero acompañado de estas palabras: "Hable tranquilo, amigo". Por último ya desatado y terminando por donde tenía que haber empezado exclamó: "En fin con que no soy orador, sino músico y se me ha borrado lo que tenía grabado en mi mente, sin más preámbulos, vamos a leer las cláusulas condicionales que tengo preparadas para someterlas a vuestra aprobación,... y acabaremos antes".

Una estruendosa ovación le devolvió la calma y le dio tiempo suficiente para ordenar sus papeles.

"Tendrán derecho a participar en el coro
todos los orfelinenses de ambos sexos
."
Ya más sereno, leyó:

"Si es vuestro deseo contribuir a la organización de una gran coral, las condiciones que, de mi parte impongo, son las siguientes:

Primera: Tendrán derecho a participar en el coro todos los orfelinenses de ambos sexos, de buena conducta, que a juicio mio reúnan las debidas condiciones de voz.

Segunda: Todos los componentes del coro, sin exclusión alguna se someterán cívica y voluntariamente a una disciplina tan estricta y severa como la que se imponga el director, y como el todos deberán aceptar el compromiso formal de someterse a las disposiciones de un reglamento interior. La disciplina voluntaria es, en rigor, mil veces mas meritoria y honrosa que la obligada.

Tercera: Que en el caso de disponer algún día de local propio sea absolutamente prohibido en el mismo el juego y el baile vulgar.

Cuarta: Que lo antes posible, sean creadas las secciones suplementarias pertinentes para fomentar entre los orfelinenses la cultura artística en sus mas diversas modalidades: teatro, conciertos, etc. Cuando la existencia del local propio lo permita, se organice una biblioteca con un salón anexo de lectura en el que no falten un par de periódicos diarios y amenas revistas".

"fomentar la cultura artística en sus mas diversas modalidades:
teatro, conciertos, etc. "
Aceptadas unánimemente estas clausulas, los que no aspiraban a cantar fueron invitados a abandonar la sala y quedaron aproximadamente 250 orfelinenses que deseaban participar en el coro. Mediante unos sencillos ejercicios de conjunto, el joven músico procedió a su selección y distribución en siete cuerdas a grupos distintos. Quedo maravillado de la abundancia, calidad y extensión de las voces y acto seguido se extendió en atinadas consideraciones sobre la trascendencia de la obra que juntos iban a comenzar. Al entrar de lleno a tratar de un tema que le era familiar, con palabras que se le tornó fácil dijo:

"El coro amigos orfelineses, es el símbolo del equilibrio social. Como en este, cada uno de sus componentes, poniendo en ello el alma y el corazón, debe realizar la función que le es propia, renunciando a todo particularismo susceptible de perjudicar al conjunto y adaptado a las conveniencias de la interpretación artística sus mejore facultades. Estoy gratamente sorprendido del gran número de voces que he tenido la suerte de descubrir entre ustedes. Pero tengan sobretodo presente que la voz no es el factor principal y que lo esencial es el entusiasmo, o sea, el afán de poner en la tarea el mas puro y elevado espíritu de superación artística, ya que solamente al inefable anhelo de mejorarse constantemente conducirá al coro a cumbres insospechadas, desde las cuales, con placer y noble orgullo, admirareis el maravilloso paisaje recorrido.

"El coro, amigos orfelineses, es el símbolo del equilibrio social"

Confieso de que es tarea difícil, pero no imposible, organizar una orquesta sinfónica en una población reducida como Orfelia, por motivos que no escapan a vuestra inteligencia. Para ello seria preciso disponer de un Conservatorio con un profesorado competente, pues el aprendizaje concienzudo e inteligente de un instrumento artificial requiere el sacrificio de mucho tiempo, mientras que un instrumento vocal medianamente dotado, con un poco de temperamento y buena voluntad, puede fácilmente ponerse al servicio de una obra común de arte. Por esta causa, si me seguís por el sendero que voy a conduciros, el coro que acabamos de crear no tardara en poder codearse dignamente con las instituciones corales mas prestigiosas de nuestra patria. Os lo prometo y así será si permanecéis fieles a vuestros actuales propósitos.

Las palabras del músico fueron acogidas con indescriptible entusiasmo. Uno de los coristas recordó la proximidad de una fiesta que el quería propia para el debut de la gran coral. Pero el joven músico le atajó con estas palabras:
"No queridos amigos, no impongamos fecha determinada alguna a nuestra presentación en público. El coro debutará cuando pueda hacerlo dignamente. Si con los elementos que disponemos podemos edificar un palacio, ¿por qué hemos de contentarnos con una chabola?. Con tiempo y material para construir sólidos muros a nuestro edificio coral, ¿por qué hemos de limitarnos a improvisar un simple pabellón?. Un coro edificado sobre bases enclenques es mas bien perjudicial a la cultura. Por otra parte, los éxitos superficiales obtenidos ante un público bien dispuesto, pero in-experimentado en esta rama del arte, acaban inhabilitando al oyente para toda su futura reacción constructiva. En una palabra, allí donde existió y triunfó un coro mediocre jamás se organizó otro mejor."

Preparando en Zaragoza la presentación del Orfeón de Graus

"Querida madre y Agustín: Estoy en Zaragoza para preparar la venida del
Orfeón de Graus, desde esta ciudad os envio muchos recuerdos y abrazos,
vuestro Manel"

El maestro envió la postal a la dirección en donde su hermano Agustí
trabajaba en la plaza Cataluña de Barcelona - 3 de diciembre de 1914

El gran coro orfelinense hubo de esperar fragorosos temporales. Las autoridades no le otorgaban mas de un mes de vida. El Presidente del Casino de "Arriba" maldijo la idea que había tenido de crear un coro propio y se esfumó como por arte de magia. Lo mismo hicieron el alcalde, los caciques y su media docena escasa de incondicionales prosélitos. Afortunadamente nada pudieron contra el coro, por lo menos en unos años. A un orfelinense que se atrevió a hablar irrespetuosamente de la institución canora le zambulleron con su traje dominguero en el río.

"Personalidades muy influyentes
visitaron con frecuencia la villa
para oír la Gran Coral que
tanta gloria había alcanzado."
Los coristas orfelinenses, perseverantes y leales, del primero al último, hicieron honor a la palabra empeñada y, en consecuencia, memorables por todos conceptos fueron los triunfos obtenidos en las urbes que la Gran Coral visitó, para lo cual hablan de recorrer durante la noche los primeros 40 kilómetros de carretera que les separan de la estación de ferrocarril más próxima. Para ello se vieron obligados a usar todos los vehículos de la villa en uso y los que existían en desuso, arrinconados de los 50 años precedentes.

Personalidades muy influyentes visitaron con frecuencia la villa para oír la Gran Coral que tanta gloria había alcanzado.Además, numerosos personajes de elevada alcurnia artística, política y social de toda España le patrocinaron, limitándose a mencionar como una brillante y formal continuación de este aserto las siete figuras señeras siguientes: un museo, un pintor, un poeta, un periodista, un sabio, una infanta y un rey. Osea, Bretón, Zuloaga, Guimerá, Mariano de Cavia, Ramón y Cajal, la Infanta Isabel de Borbón y Alfonso XIII.

Muchos recuerdan todavía con nostalgia la gesta de Orfelia evocada en esta pequeña historia. De ella, se desprenden dos claras consecuencias, una afirmativa y la otra negativa. Afirmativa, porque dicha gesta, que por unos años sumergió a los buenos orfelineses en los inefables goces de una común cultura artística, revela la razón que asiste a los que afirman que el español es uno de los pueblos mas intuitivamente artistas del mundo, deduciéndose de ello, cuan fácil sería sacar el debido rendimiento de sus magnificas cualidades raciales. Negativa porque una triste realidad indica cuan difícil le es a nuestro pueblo desprenderse del peso enorme, secular, de la rutina y de la ignorancia, ambas puestas al servicio de los intereses particulares.

El Orfeón de Graus posando con su flamante estandarte, Manuel Borguñó
esta de pie en el centro con bigote, corbata negra y traje gris oscuro
Terminemos afirmando que el bello ejemplo de Orfelia podrían seguirlo en nuestra patria, centenares, tal vez millares de poblaciones de parecida categoría, las cuales pueden equiparase a un magnífico violín antiguo olvidado, en la lóbregas profundidades de un desván, con las cuerdas flojas, y que nadie cuida de templar.

!Si los españoles quisieran... !

Manel Borguñó Pla

Manel Borguñó y su esposa Merçe Sabaté fotografiados en Graus por Aguilar

El profesor y pedagogo Manuel Borguñó Pla vivió todas las aventuras en Graus junto a su querida mujer Merçe Sabaté. Mientras residían en Graus sufrieron la tragica muerte de uno de sus hijos que fue sepultado en la villa. Nuestro "Oncle Manel y Tía Merçe" siempre me decían que en Graus habían dejado una muy querida y recordada parte de sus vidas.

Nuestro querido "Oncle Manel" escribío este articulo en 1950 en Tenerife,
donde dirigía el Instituto Musical de Pedagogía.
PAZ
Familia Borguñó 2015



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.